¡Saludos, amigx humanitx!🚀
¿Cómo te está tratando agosto? A mí me ha tocado un fin de semana largo —y no porque se me hiciera eterno, sino porque estuve fuera de casa—.
Hoy quiero escribir sobre una etapa de mi vida que recuerdo con sabor agridulce: la secundaria.
Es difícil encontrar a alguien que diga que la secundaria fue su etapa favorita, y con razón: muchas emociones intensas, cambios físicos y psicológicos, rebeldía y libertad, todo eso en medio de la transformación de niñx a adultx.
Mis años de secundaria fueron más bien extraños. En México la secundaria dura tres años, pero mi familia estaba mudándose a otra ciudad durante ese tiempo, así que cursé el primer año de secu en el Estado de México y los dos restantes en Tizayuca, un municipio de Hidalgo. Estudié en una escuela privada recién inaugurada —y por lo tanto, pequeña— donde tuve la increíble cantidad de un ¡UN! solo compañero en mi clase. Para cuando terminé mis estudios ya eran 19 alumnos en toda la escuela, pero mi grupo siempre fue de dos personas. Éramos los mayores del colegio ¡jé!
Para mí esos años pasaron sin pena ni gloria, con uno que otro drama porque a menudo discutía con mi papá, me encerraba en mi cuarto y no terminaba de sentirme cómoda con los demás chicxs de la secundaria, aunque fuéramos literalmente CINCO alumnos al principio. De esos años solo conservé el contacto de una amiga, Karlita, a quien todavía frecuento de tanto en tanto :D.
Entonces sí, una vez se es alien, siempre se es alien, de uno u otro modo.

Y bueno, este tema salió porque han pasado ya diez años desde que terminé la secundaria en Hidalgo y me atreví a probar suerte en la Ciudad de México para estudiar la preparatoria. Y hace diez años, nosotros, la primera generación de ese colegio, enterramos una sencilla “cápsula del tiempo” donde colocamos nuestros preciados recuerdos y algunas cartas, esperando volver a encontrarnos en el futuro para descubrir quiénes seríamos en ese momento.
…Y ese día llegó más pronto de lo esperado. De hecho, de no haber abierto mis mensajes privados de Instagram y no haber leído el mensaje de mi ex profesor de Ciencias Sociales, ni me habría enterado (me escribió hace CUATRO semanas y todavía tuve el descaro de responder un día antes del acontecimiento🙀).
Afortunadamente la escuela no se olvidó de nuestra pequeña tradición, y organizó un mini-evento por el décimo aniversario de su fundación. Realmente no estaba segura de si debía ir o no, pero pensé en los recuerdos que mi hermana y yo guardamos en ese contenedor; así que, con todo y prisas, decidí viajar al día siguiente desde CDMX hasta Tizayuca, después de varios meses sin volver.
El viaje fue relativamente rápido. Me acompañaron mi mamá y la mitad de mi adolescencia detrás de la ventana del autobús.
Pero a final de cuentas, ahí estábamos juntas en el patio principal de ese colegio que me vio estudiar sola con mi guía para COMIPEMS, leer mangas con mi hermana y fangirlear sobre SHINee, EXO o Avril Lavigne.
Reencontrarse con los compañeros de secundaria es un sentimiento…¿curioso?
Es que algunas caras habían cambiado, y otras permanecían iguales. No asistieron todos, pero los pocos que éramos de las dos primeras generaciones nos reconocimos de inmediato.
Sinceramente, no entablé mucha conversación con ellos, pero todos esperábamos con emoción la apertura de la cápsula del tiempo. Así que, cuando nos preguntaron quién quería dar el primer palazo para desenterrarla, levanté mi mano. De los dos alumnos de la primera generación, yo era la única presente. Me pareció un lindo acto simbólico ser la primera en desenterrar mi pasado, mis fragmentos de inocencia.
Y cuando llegó la hora de la verdad…No supimos si reír o llorar. El tiempo hizo estragos en ese contenedor, y resultó que todos los objetos que dejamos estaban enlodados y casi deshechos. Las cartas, las libretas, las fotos… todo se borró, excepto una sola carta que era medio legible: la de mi hermana.


También sobrevivió el balón de Giovanni, un celular viejo que era de Julián y dos corbatas sin nombre, que pertenecían al antiguo uniforme.
Todo se sintió como algo especial para este alien: desde ser la primera en meter las manos al lodo hasta acudir en representación de mi hermanita, que tiene recuerdos muy diferentes (if you know what I mean) de esa misma secundaria y esas mismas personas.
No pude recuperar nada de lo que yo guardé. Si mal no recuerdo, había dejado una carta, una piedra de granate y un boleto del primer concierto de mi vida —que por cierto, fue el de VIXX en la Ciudad de México y mi regalo por cumplir quince años—. Pero no importa, porque lo que yo realmente deseaba era recordar y sentir viva a la yo que comenzaba a navegar la vida con entusiasmo.
Han pasado ya diez años. Tengo veinticuatro ahora y concluí dos licenciaturas, trabajo en marketing para una empresa transnacional, viví mi sueño de esos años, que era ver un concierto de EXO, y desde entonces voy y vengo de la capital a Tizayuca de tanto en tanto.
Estoy segura de que la adolescente que fui debe estar muy orgullosa. La confianza que puso en mí, su yo del futuro, ha rendido frutos.
A ti, Ilian de quince años, te doy las gracias por creer en mí aunque no me pudieras ver. La secundaria no fue sencilla, y los retos que te esperan más adelante no son cosa menor, pero estoy contigo y no hay nada qué temer.

Y bueno, después de este viaje corto que me dejó agotadísima al día siguiente, pude volver a casa con memorias frescas y nuevas perspectivas. No te miento: con frecuencia pienso en Tizayuca. Su ritmo, su aire y sus cielos despejados de edificios contrastan con el ruido, el dinamismo y el anonimato de la Ciudad de México. Me gusta el balance que encuentro en ambos: un lugar para sentirme cómoda siendo una total desconocida, y un lugar donde la paz y el silencio desvelan quién soy.
Ojalá que muy pronto tenga otra oportunidad de volver a Hidalgo y quedarme un ratito más.
Y mientras este momento se imprime en mi cerebro, ¡traigo canciones nuevas para tus oídos! Bueno, son nuevas para ti, porque yo ya las escucho, jejeje👽.
Z (sí, se llama “Z”)
Siempre ha sido una de mis favoritas del álbum Mayday. En esta canción,The Warning critica algunas actitudes de la Gen Z a pesar de pertenecer a ella (y yo también, lol), sacando a relucir lo radicales y contradictorios que podemos ser. Creo que la idea no es lanzar hate, sino observarnos a nosotrxs mismxs y preguntarnos “¿esto es lo que quiero ser?”.
No Escape
“Anxiety keeps coming for mE” es el verso que más se repite en mi cerebro estos días. Siendo honesta, no le presté mucha atención a este album repackage de NCT Dream porque ya estaba encantada con la primera versión; pero las canciones que se agregaron después no se quedaron atrás y me gusta ese matiz inquietante que me transmite.
La verdad, todo ese álbum me parece una tremenda joya, pero destaco otras dos de mis favoritas: Best of Me y BOX.
100 Little Deaths
Conocí a Lilith Czar por su relación con Andy Black, vocalista de Black Veil Brides. No obstante, me quedé con ella porque me encantan sus conceptos con tintes de rebeldía, anarquía y feminismo. Además, su voz me parece única y perfecta para temas como éste. Las letras de 100 Little Deaths también son recurrentes en mis momentos random del día. Si te gusta el hard rock, es una opción INCREÍBLE.
faded in my last song
Un clásico.jpg
Como NCTzen considero que Faded In My Last Song es un reset cultural y NO hay NCTzen que te vaya a decir que no es una canción icónica. Si ignoramos la existencia de ya saben quién, la melancolía de las letras combinada con las voces y los cambios de ritmo le dan una identidad musical difícil de olvidar. Incluso si es una canción triste, te dan ganas de bailar o cantar de algún modo🎹.
Por ahora debo volver a mi rutina godín, pero tendrás noticias mías durante la semana. Mientras tanto, ¡disfruta! Si tienes sugerencias musicales para mí, soy toda oídos 👂.
¡Nos vemos!
Con cariño,
Alian. Un alien curioso, un alien de ciudad.



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